
Ya no se escucha del VIH en las noticias, pero eso no significa que ya no exista. Las estadísticas más recientes indican que aproximadamente 1.2 millones de personas en Estados Unidos tienen VIH y aproximadamente el 13% de esas personas no saben que lo tienen. Eso es aproximadamente 156,000 personas que no saben que tienen el virus. Hay algunas razones que podrían explicar por qué pasa esto, desde no saber que tuvieron exposición al VIH hasta la falta de dinero o recursos para someterse a pruebas. Algunas personas deciden no someterse a pruebas porque les preocupa el estigma y la discriminación que podrían enfrentar si tienen VIH.
Aproximadamente 1 de cada 5 personas que reciben diagnósticos nuevos de VIH son mujeres o personas que tuvieron asignación femenina cuando nacieron (AFAB, por sus siglas en inglés). La mitad de este grupo son mujeres de raza negra, mientras que el 24% son mujeres de raza blanca y el 20% son mujeres hispanas o latinas.
Cuando se usan tal cómo se recetaron, las terapias antirretrovirales (TAR) contra el VIH pueden reducir la concentración del virus en tu cuerpo a un nivel indetectable. Esto significa que tu sistema inmunológico sigue siendo fuerte y te está manteniendo saludable. Sabemos que si el VIH no se trata o si se trata insuficientemente, eso puede causar SIDA, pero lo que muchas personas podrían no saber es que si eres una mujer o una AFAB que tiene VIH y no recibes tratamiento o tienes un tratamiento deficiente, enfrentarás dificultades únicas para tu salud ginecológica.
Si el VIH no se trata o está en progreso, esto hace que las infecciones sean más frecuentes, graves y difíciles de tratar. Estas incluyen infecciones de transmisión sexual (ITS) y candidiasis.
Las ITS pueden dar paso a complicaciones graves, tales como:
Las ITS también pueden causar inflamación, y esto hace que sea más fácil que el VIH se propague en tu secreción vaginal. Esto significa que el VIH no está tan bien controlado como debería, a pesar de la TAR y el virus se propagará más fácilmente durante actividades sexuales.
Además de todo esto, los antibióticos que se usan para tratar las ITS pueden reducir la eficacia de la TAR, lo cual eleva tu carga viral. Y la TAR también puede reducir la eficacia de algunos antibióticos, causando resistencia a antibióticos, también denominada resistencia antimicrobiana. Esto hace que infecciones, tales como ITS, sean más difíciles de tratar y esto también causa la proliferación de gérmenes resistentes.
Los investigadores no saben la razón, pero las mujeres que viven con infecciones del VIH podrían notar cambios en sus ciclos menstruales. Tus períodos menstruales podrían ser más o menos abundantes de lo que solían ser o podrías no tenerlos. Esto se denomina amenorrea. Y si tienes un síndrome premenstrual, podría volverse más grave.
Es posible que estos cambios no tengan ninguna relación con la infección, sino con otros asuntos tales como el estrés o la perimenopausia. Pero algunas investigaciones indican que muchas mujeres con VIH tienen amenorrea. Una teoría propone que tus hormonas podrían verse afectadas a medida que el virus ataca tu sistema inmunológico. Esto, a su vez, altera tu ciclo menstrual y podría incluso causar una menopausia temprana.
Sabemos que cualquier persona que participe en actividades sexuales puede contagiarse del VPH y que ciertos tipos de VPH pueden incrementar el riesgo de cáncer cervical. Pero las mujeres con VIH que no reciben tratamiento tienen un mayor riesgo, hasta de cuatro a cinco veces mayor, de contagiarse del VPH y son menos propensas a que la infección desaparezca de sus cuerpos sin tratamiento. También tienen un riesgo seis veces mayor de tener cáncer cervical. Es importante conocer esto porque muchas personas con VIH no saben que lo tienen y muchas que tienen el virus no reciben tratamiento o reciben un tratamiento deficiente.
Puedes reducir tu riesgo de cáncer cervical sometiéndote regularmente a pruebas de Papanicolau, exámenes de rutina que se realizan durante examinaciones ginecológicas. Los resultados pueden indicar si hay cambios en las células de tu cuello uterino antes de que se conviertan en cáncer cervical. Puesto que las mujeres con VIH tienen un mayor riesgo de cáncer cervical, deberían someterse a pruebas más frecuentemente. Las pautas varían, pero una recomendación frecuente para mujeres con VIH es que deberían someterse a su primer Papanicolaou durante el primer año desde su primera actividad sexual o si ya eres sexualmente activa, durante el primer año desde tu diagnóstico de VIH. Después de esa prueba inicial, las pruebas de Papanicolaou deberían hacerse cada año si tienes entre 20 y 30 años y después de eso cada tres años (junto con pruebas del VPH) hasta los 65 años.
El VIH puede afectar tu salud ginecológica, pero conocer esta posibilidad te preparará de antemano. El tratamiento adecuado contra el VIH puede mantener tu carga viral a niveles bajos o indetectables, reduciendo el riesgo de infecciones, incluyendo de ITS. Si contraes una ITS, un tratamiento temprano incrementa las posibilidades de combatir exitosamente la infección. Y pruebas de Papanicolaou en forma regular pueden ser útiles para detectar células anormales en tu cuello uterino, a menudo antes de que se vuelvan cancerosas. Habla con tu proveedor de atención médica acerca de cualquier inquietud que tengas relacionada con tu salud en cada etapa de tu vida. Juntos, podrán dar prioridad a la atención preventiva.
Este recurso educativo se preparó con el apoyo de Merck.